Muchas veces esa canción que reza que la ciudad es una selva de cemento,
cobra vida y nos gana la batalla a todos y mata nuestro lado humano. Tornando
nuestro corazón de acero, y haciendo que la inseguridad y el miedo venzan en
nuestras mentes y nos paralicen. Es cierto que por la gente ser TAN MALA la
mayoría dejará de amarse, de hacerse favores, de demostrar y hacer actos de
bondad unos a los otros (Mateo 24:12 parafraseado)
Yo
como cristiana evangélica que profeso ser, me he sentido retada a modelar mi
conducta por los postulados de Cristo, y cultivar cada día más, mi vida dé los
frutos del Espíritu Santo que habita en mi, (gozo, paz, paciencia, fe,
benignidad, templanza, etc., etc.,). Pero muchas veces los impulsos se quedan
cortos ante la realidad. Ante la práctica. Pues la fe (creer) sin obras (hacer)
es muerta (santiago 2:2) Y recibimos desafíos a diario, que hay que estar en
sus cabales para ver a Dios en las cosas más pequeñas en que podemos servir a
nuestro prójimo. Y no me mal interpreten, no es que yo esté al nivel, escribo
esto para demostrar cuanto me falta.
Anoche
mientras servia la cena para los de mi casa, una señora indigente o con
problemas mentales, se paro frente a los hierros de la marquesina y dijo: ¡ay
que huevo frito que huele bueno! Dame un chin de la cena. Mira que tengo
hambre.
Lo que
sigue a continuación me avergüenza contarlo, pero dije: No hay nada. Siga su
camino. A lo que la mujer, me imagino no escuchó, o simplemente me ignoro. Pues
se quedó ahí parada en los hierros. Sin decir más nada. Solo parada. Esperando.
Me
puse a refunfuñar caminando en la cocina: ¡Es que yo estoy sola en esta casa!
¡Va y se queda viniendo siempre a buscar algo de comer! Y fue ahí cuando me
paró en seco mi mente, mi conciencia y me llamó la atención: ¿Y no que te
quieres parecer mas a Jesús? ¿Qué lo quieres agradar en todo lo que hagas?
¿Desperdiciaras esta oportunidad?
Y como
un rayo (¡Gracias a Dios!) me apresté a
buscar plato y tenedor, para poder servirle el bocado que compartiría con mi
extraña invitada. Fui tan osada de pensar en darle la papa sin pelarlas (las
herví con todo y cáscara por aquello de conservan más las vitaminas); y de
inmediato mi conciencia activa me reprendió: como quiera que te traten trata
así a los demás. Y presta pelé las papas, lo más rápido que pude. Serví todo el
huevo que quedaba; y me abalance a abrir la puerta para compartir con mi
“invitada no invitada” la cena. Se fue tan rápido, que solamente atine a decir:
¡no eches la basura en la calle! Y calle abajo siguió su camino.
Mientras
yo entraba volando a la casa para cerrar la puerta y decirme a mi misma: Por
poco y desaprovechas una oportunidad de demostrarle a Dios cuanto lo amas,
Pd:
Anoche simplemente no cené. No creo que fuera digna de tan rico manjar L
By Sally
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