miércoles, 2 de abril de 2014

No creo que fuera digna de tan rico manjar


Muchas veces esa canción que reza que la ciudad es una selva de cemento, cobra vida y nos gana la batalla a todos y mata nuestro lado humano. Tornando nuestro corazón de acero, y haciendo que la inseguridad y el miedo venzan en nuestras mentes y nos paralicen.   Es cierto que por la gente ser TAN MALA la mayoría dejará de amarse, de hacerse favores, de demostrar y hacer actos de bondad unos a los otros (Mateo 24:12    parafraseado)


Yo como cristiana evangélica que profeso ser, me he sentido retada a modelar mi conducta por los postulados de Cristo, y cultivar cada día más, mi vida dé los frutos del Espíritu Santo que habita en mi, (gozo, paz, paciencia, fe, benignidad, templanza, etc., etc.,). Pero muchas veces los impulsos se quedan cortos ante la realidad. Ante la práctica. Pues la fe (creer) sin obras (hacer) es muerta (santiago 2:2) Y recibimos desafíos a diario, que hay que estar en sus cabales para ver a Dios en las cosas más pequeñas en que podemos servir a nuestro prójimo. Y no me mal interpreten, no es que yo esté al nivel, escribo esto para demostrar cuanto me falta.

Anoche mientras servia la cena para los de mi casa, una señora indigente o con problemas mentales, se paro frente a los hierros de la marquesina y dijo: ¡ay que huevo frito que huele bueno! Dame un chin de la cena. Mira que tengo hambre.

Lo que sigue a continuación me avergüenza contarlo, pero dije: No hay nada. Siga su camino. A lo que la mujer, me imagino no escuchó, o simplemente me ignoro. Pues se quedó ahí parada en los hierros. Sin decir más nada. Solo parada. Esperando.

Me puse a refunfuñar caminando en la cocina: ¡Es que yo estoy sola en esta casa! ¡Va y se queda viniendo siempre a buscar algo de comer! Y fue ahí cuando me paró en seco mi mente, mi conciencia y me llamó la atención: ¿Y no que te quieres parecer mas a Jesús? ¿Qué lo quieres agradar en todo lo que hagas? ¿Desperdiciaras esta oportunidad?

Y como un rayo (¡Gracias a Dios!) me apresté  a buscar plato y tenedor, para poder servirle el bocado que compartiría con mi extraña invitada. Fui tan osada de pensar en darle la papa sin pelarlas (las herví con todo y cáscara por aquello de conservan más las vitaminas); y de inmediato mi conciencia activa me reprendió: como quiera que te traten trata así a los demás. Y presta pelé las papas, lo más rápido que pude. Serví todo el huevo que quedaba; y me abalance a abrir la puerta para compartir con mi “invitada no invitada” la cena. Se fue tan rápido, que solamente atine a decir: ¡no eches la basura en la calle! Y calle abajo siguió su camino.

Mientras yo entraba volando a la casa para cerrar la puerta y decirme a mi misma: Por poco y desaprovechas una oportunidad de demostrarle a Dios cuanto lo amas,


Pd: Anoche simplemente no cené. No creo que fuera digna de tan rico manjar L
By Sally

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